Los vestidos femeninos eran más sencillos, de seda o batista (kosode), con una casaca (aigi) y un sobretodo (uchikake). Las clases bajas y la incipiente burguesía llevaban un taparrabo, una camisa, pantalones hasta la rodilla y una casaca. Aquí, la alta sociedad tenía predilección por la vida campestre, por lo que buscaban una indumentaria que fuese cómoda para el campo a la vez que elegante. Otro factor que puso de moda fue el peinado à la Brutus, rizado y adelantado en mechones sobre la frente.