En contraste, las clases populares -y, en ocasiones, las aristocráticas- se apegaron a los trajes regionales españoles y surgió el fenómeno del majismo, que retrató magistralmente el pintor Francisco de Goya. El vestido femenino se componía de taparrabos y strophium -antecedente del sujetador-, sobre el que iban dos túnicas, la subúcula, larga hasta los pies y sin mangas, y el supparum, túnica corta semejante al quitón griego, que podía sustituirse por la stola, túnica de mangas cortas, o la palla, sudadera entrenamiento real madrid un paño rectangular sujeto al hombro por fíbulas.