A principios de siglo, se llevó en moda femenina la silueta en forma de S, con el cuerpo rígido, el busto hacia delante y las caderas hacia atrás. Comenzaba por debajo del busto, al que otorgaba la forma llamada «pecho de paloma», y desplazaba las caderas hacia atrás, acentuando las nalgas, lo que a la larga provocaba problemas musculoesqueléticos. Aun así, hacia 1908, el surgimiento de las faldas tubo (hobble skirt), unas faldas rectas y estrechas inspiradas en el estilo Imperio, conllevó el uso de corsés tipo faja, lo que redujo de nuevo la movilidad de la mujer.