Estos cambios fueron favorecidos por la nueva prosperidad económica y el auge de la burguesía, así como por la nueva cultura cortesana y caballeresca, que llevaba pareja un nuevo sentimiento de disfrute de la vida, de búsqueda de la felicidad. En 1982, estos dos diseñadores presentaron una colección prêt-à-porter en París con diseños de aspecto pobre y desaliñado, un estilo que fue bautizado como boro look («imagen de mendigo»), reflejo de un concepto japonés de la belleza de carácter subjetivo, en que hasta lo más pobre puede ser evocador de belleza.