Tras la independización de las colonias africanas de sus metrópolis europeas en los años 1950 y 1960 empezó a despuntar la moda afrocéntrica, que aunó la técnica sartorial europea con los tejidos y estampados tradicionales de África. En esa línea, en los primeros años del nuevo siglo se vio una tendencia creciente al empleo cada vez más de equipos y diseñadores anónimos por las grandes marcas. Las agujas permitían coser pieles unas con otras y confeccionar prendas con formas adaptadas al cuerpo.